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¿Para qué dialogar en Venezuela?

Publicado: 2015-03-07

En los últimos días, o meses, se ha propuesto el ‘diálogo’ como ruta para aliviar esa suerte de mal del alma político que abate a los venezolanos. Uno de los últimos notables en poner sobre la mesa de las angustias esa palabra ha sido el Papa Francisco, quien le ha añadido al caro término los adjetivos ‘sincero y constructivo’. No es una oración soltada al aire.

Contra lo que abierta, o secretamente, sostienen algunos ultra cruzados contra el régimen chavista, que quisieran verlo ya todo en ruinas, la posibilidad de dialogar en Caracas no es una entelequia o un suicidio político. Es tal vez lo único real en este momento, la solitaria salida para una situación que está cada vez más cerca del estallido final.

Un estallido que tendría un costo aún más alto del que se ha visto hasta ahora. Y es precisamente por eso que es indispensable sentarse a conversar. Quienes, tanto en el gobierno como en la oposición, consideran inútil la palabra –ese logro supremo que nos transportó de las cavernas a la civilización– parecen no ser muy conscientes del fósforo con que juegan.

Claro, se puede argumentar que el año pasado, hacia mayo, se intentó (con el apoyo de UNASUR) y que el resultado fue un naufragio porque el gobierno de Nicolás Maduro no cedió, en la liberación de los presos políticos por ejemplo. Pero allí está el punto crucial de esta penosa historia: uno se sienta a dialogar para acordar algo, no solo para ‘escuchar’.

Asumir que se conversa, pero no se acuerda nada, es olvidar lo que el filósofo Fernando Savater afirma sobre los riesgos de convertir el diálogo en un discurso vacuo, casi en un salvavidas sin puerto fijo. Para que exista este, sugiere él, tiene que haber una ‘base común de valores’, es decir, algo que quienes ‘dialogan’ comparten, en mayor o menor medida.

En teoría, los chavistas y sus opositores ‘quieren a Venezuela’ y desean lo mejor para su pueblo. Solo que, en las ideas y en los hechos, la visión de país de estas dos partes enfrentadas no es la misma. No hay consenso en torno a la continuación del ‘Socialismo del Siglo XXI’, para comenzar. Tampoco en qué hacer con PDVSA, o con el Ejército incluso.

Queda entonces negociar. Es decir, hablar, escucharse, y a la vez ceder, como hacen los políticos en sus mínimos cabales. Eso lo están haciendo las FARC y el gobierno colombiano, Cuba y Estados Unidos. Es increíble que la oposición y el chavismo no lo hagan. Por lo menos, podrían abrazar, con sinceridad, la idea común de no destruirse mutuamente.

Publicado en 'Meditamundo' de La República el 3/3/2015


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


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Meditamundo

Un blog de Ramiro Escobar