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fuente; history.com

Otros virus

Sobre los efectos sociales, y no tal colaterales, del ébola

Publicado: 2014-10-26

Como ha ocurrido varias veces en la historia humana, un virus –ese pérfido microorganismo que se burla de los antibióticos– está asustando a países enteros, a ciudades, a aeropuertos, a hospitales, al mundo. El ébola ha desatado una alerta de tal magnitud que ahora el recuerdo del VIH, o de la H1N1, parece un suspiro que se esfuma con un golpe de tos.

A partir de su amenaza nada virtual, se han hecho visibles otros males de siempre, pero que lucen potenciados hasta niveles casi médicos de escándalo. Y además son terriblemente contagiosos. La xenofobia viral es el primero, el clásico digamos: hace siglos, era judío=peste; décadas atrás, gay=sida; y ahora la consigna que asoma es negro=ébola.

Este mal viene envuelto en el discurso de las necesarias, urgentes, medidas de prevención. Pero se nota. Más de una autoridad (el gobernador de Texas, por ejemplo) ha pedido aislar no a los enfermos, sino a los países enteros donde está el virus. Algo así como blindar los ya existentes muros de la injusticia, para que no entren los ahora aún más apestados.

Dicho basureo se suma al hecho de que la mortandad en el África Occidental es la consecuencia, clamorosa, de una pobreza endémica. Las dificultades que tienen las agencias de la ONU para combatir la enfermedad se deben no sólo a su lentitud para reaccionar, sino a que se requiere montar todo un aparato de protección, complejísimo, de grandes dimensiones.

Tal como explica Mark Doyle, un experto en cooperación internacional de la BBC, hay que llevar equipos especiales, trabajadores capacitados, vehículos, comida, teléfonos. ¿Cómo hacerlo sin demora donde las infraestructuras son pobres, míseras? El dato demoledor de que en Liberia solo hay 20,000 guantes, cuando se necesitan 2.4 millones, lo dice todo.

Cuando se mira el dinero disponible, ya ingresamos en otro ámbito maligno. La misma ONU creó, en septiembre, un fondo para combatir el ébola que debía recaudar 1,000 millones de dólares. El único país que hasta ahora ha donado 100 mil dólares es ¡Colombia! Con lo que han aportado algunas ONGs –esas que algunos odian– se llega a 400 millones.

Una lectura recomendada para este tiempo es ‘Diario del Año de la Peste’, de Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe. El autor narra allí, con angustiosa minuciosidad, las desgracias de una peste que ataca Londres en 1665: la cerrazón, los mitos, el egoísmo…No hemos cambiado mucho, por desgracia. Los virus mutan más rápido que nuestra pobre mente.

Publicado en 'Meditamundo' de La República el 21/10/14


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


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Meditamundo

Un blog de Ramiro Escobar