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FUENTE: cróniica digital

Los otros talibanes

Los yihadistas del Estado Islámico (EI) siguen esparciendo el terror. No muestran escrúpulos para reprimir a la población y para realizar ejecuciones.

Publicado: 2014-09-03

No es que aparecieron de pronto, como un espectro inesperado en Oriente Medio, pues sus semillas integristas siempre anduvieron por allí. Pero la irrupción del Estado Islámico (EI) en Siria e Irak, por el momento, está causando un remezón de grandes proporciones no solo en esta región sino, además, en Occidente, que no termina de creer lo que está ocurriendo. 

Desde la llegada de los talibanes al poder en Afganistán, en 1996, no se había visto nada similar, en materia de regulación islámica de la vida, pública y privada, casi en toda su compleja dimensión. En los pueblos donde ha llegado esta banda bien organizada de sunitas fanáticos se han puesto unas normas que asustarían al musulmán más rigorista.

Se están prohibiendo las expresiones artísticas, se están destruyendo santuarios de otros credos, se ha impuesto una policía moral, se fuerzan las conversiones al Islam y, por supuesto, se somete a las mujeres (solo pueden salir a trabajar en determinados oficios, como el de ginecóloga). Oponerse significa sufrir violencia extrema o simplemente caer fulminado en el acto.

Una primera conclusión que deberían sacar los, a veces, despistados observadores del mundo islámico es el alcance del terror. Este es un caso que muestra claramente, por si hiciera falta, los diversos grados en que se puede profesar una fe, de cualquier tipo. En Siria e Irak, millones de musulmanes, sunitas o chiitas, están tan asustados como cualquier occidental.

Es cierto que EI está captando, más o menos rápido, adeptos. Parece estar funcionando como una prédica que absorbe odios agazapados, sobre todo juveniles. Pero la inmensa mayoría de los habitantes de Oriente Medio –no solo de Siria e Irak– está alarmada. Incluso los gobernantes sunitas que creyeron ver en este grupo la derrota del chiismo ahora están harto inquietos.

Otra cuestión que agrava este cuadro es que, a diferencia de Al Qaeda, EI está trascendiendo fronteras y suma huestes más o menos importantes, milicias que tienden a ser pequeños ejércitos y gobiernan ciudades. Es más: quieren formar un califato, es decir gobernar a todos, o casi todos, los musulmanes, algo que va más allá de los ‘mensajes inspiradores’ de Bin Laden.

La amenaza suena tan grave que hasta Alemania, habitualmente cauta cuando suenan los tambores de guerra en otros lados, ha decidido ayudar a los kurdos que combaten a este grupo, mientras Estados Unidos ya bombardea la zona. Hasta la ‘Primavera árabe’ ha sucumbido ante el avance de estas tropas que están haciendo palidecer todo atisbo de democracia.

Publicado en 'Meditamudo' de La República el 2/9/14


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Meditamundo

Un blog de Ramiro Escobar