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foto: efe

Colombia y los alrededores del balón

Sobre por qué en el país vecino el fútbol tiene, y tendría, más incidencia política. Una gran cohesión social se ha generado en torno al equipo mundialista.

Publicado: 2014-07-01

“Estaremos con la selección en las buenas y en las malas, acompañándolos hasta el final y deseando que junto al plantel que representa a Colombia nos la juguemos plenamente por la paz”. La arenga anterior, que exuda un aire hincha y a la vez ciudadano, no es del gobierno de Juan Manuel Santos. Ni de una ONG o un partido político. Es de las FARC.

Fue emitida el pasado 11 de junio, cuando Colombia iba a iniciar su paso triunfal en las canchas de Brasil 2014. No es difícil imaginar cuántos fusiles se pusieron el piso, en medio del monte y durante los partidos del equipo nacional, para que la TV sea el objetivo. Y acaso para que se gritaran los goles, desatadamente, como se hizo en las calles y la Casa de Nariño.

Esa tregua simbólica quizás fue tan importante como la decretada por los añejos subversivos durante las recientes elecciones. En el fútbol, hoy asombrosamente exitoso, los colombianos encuentran un consenso inusual, una cohesión que les resulta esquiva en otros escenarios. James Rodríguez podría ser el hombre del año al final del 2014 y quizás nadie se quejaría.

Alrededor del mágico balón, no obstante, también han ocurrido hechos menos esperanzadores. Tras la primera victoria de la selección, frente a Grecia el 14 de junio (3-0), hubo 9 muertos. Después del triunfo ante Uruguay, por dos goles contra nada, habría habido 8 muertos más, tal como informó el alcalde Gustavo Petro. El exceso, la muerte incluso, también patean.

Sacar la cabeza por encima del jolgorio y reflexionar al respecto viene a la cancha por otra razón: este miércoles 2 de julio se cumplen 20 años del asesinato de Andrés Escobar, el defensa que en Estados Unidos 1994 marcó un gol en su propia valla, cuando Colombia se enfrentaba al equipo de casa. Humberto Muñoz, su victimario, le descerrajó 6 tiros en un bar de Medellín.

Muñoz hoy está libre, por “buena conducta”, y parte del país aún vive preguntándose por qué ocurrió un crimen tan monstruoso. Entonces, como ahora, el entusiasmo por los mundialistas estaba al tope, luego de la paliza (5 a 0) que se le propinó a Argentina en Buenos Aires, durante las eliminatorias. Pero con el autogol vinieron la eliminación y los disparos.

Estamos en otro tiempo, con la paz asomando desde el monte y el Estado. Con goles hermosos que atemperan los quiebres malditos de la violencia y atizan la alegría social. Es momento de esperanza en este país, que baila tras cada anotación. Parece que ese equipo llegará lejos y ojalá sus logros ayuden a reconciliar al humilde, al pobre, al poderoso, al belicoso. A todos.

Publicado en 'Meditamundo' de La República el 1/7/14


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


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Un blog de Ramiro Escobar