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fuente: ria novosti

Irak en varias revoluciones

Se agrava el conflicto entre los yihadistas suníes y el gobierno de mayoría chiíta. Las huellas de la ocupación norteamericana se sienten.

Publicado: 2014-06-24

Once años después de la invasión contra Saddam Hussein, propiciada en el 2003 por George W. Bush, Irak se revuelve en una espiral de violencia que no es una más de las tantas de esta década tortuosa. Es una crisis de envergadura, de gravedad, que amenaza con, finalmente, hacer realidad lo que se temió en estos años extraviados: pulverizar al país.

En la base del conflicto hay una crispación confesional, que proviene del siglo VII, cuando dos corrientes del Islam se disputaron el legado del fundador. Chiíes (seguidores de Alí, el yerno de Mahoma) y suníes (los que respetan los dichos del Profeta) viven enfrentados desde entonces, trenzándose con armas y propinándose condenas demoledoras.

El episodio no es extraño en la historia de esta fe, ni en el de otras, sólo que hoy se da en un escenario mucho más cargado. La ofensiva del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIS, por sus siglas en inglés) ya no es una pelea con cimitarras, sino un conflicto que, sobre el fuego religioso, ha recibido el peligroso combustible de la geopolítica sin anestesia.

¿Estaría Obama en este callejón sin milagros si su predecesor no perpetraba el ataque –algo confesional también, recordémoslo– contra el archienemigo iraquí? Habría problemas serios, sí. Pero quizás no esta saga mortal, este levantamiento yihadista, de efecto dominó, que en sus entrañas alberga la sensación generalizada de que el ataque dejó huella.

Nuri al Maliki, el Primer Ministro de Iraq, es visto por los insurgentes como uno de esos males heredados. Lo acusan de no ser inclusivo, de privilegiar a sus correligionarios chiíes (más del 60% de los iraquíes) y de ningunear al 30 %, o más, de suníes. De avivar un conflicto secular y latente. Y de ser un hombre de la potencia invasora que nunca se fue del todo.

La crisis provocada por ISIS, además, no se agota en las fronteras de Irak. Al oeste, en Siria, se enfrentan alauíes oficialistas (parientes de los chiíes) con suníes; al este, la República Islámica de Irán, también chií, mira preocupada el desarrollo armado de los acontecimientos. Una ‘victoria’ yihadista suní podría desatar la fiebre de más de un ayatolá.

John Kerry está ahora en Bagdad, tratando de calmar las aguas del Tigris, pidiendo inclusión. Luchando para que el marcador no se voltee e Irak se convierta en 3 países (uno kurdo, otro chií y otro suní). La gran lección de todo esto es que los cálculos políticos no se hacen con escuadra, sin previsión, y olvidando la desolación que siempre dejan las guerras.

Publicado en 'Meditamundo' de La República el 24/6/2014


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


Publicado en

Meditamundo

Un blog de Ramiro Escobar