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El mundo en la cancha

Una mirada a las dimensiones políticas, sociales y culturales del fútbol. Las protestas en Brasil son una señal de ese partido aparte.

Publicado: 2014-06-10

Una de las mejores definiciones del fútbol, entendido como un fenómeno social y no sólo deportivo, quizás la ha dado el serbio Vladimir Dimitrijevic, en un libro titulado ‘La vida es un balón redondo’. Según él, como se nos prohíbe –salvo al arquero– usar las manos y los brazos, entonces entramos en contacto “con la prehistoria de nuestros movimientos”. 

“Ahí estamos, pues –continúa–, devueltos a funciones arcaicas”, forzados a enfrentarnos con “un recuerdo animal enterrado en alguna parte del sí mismo”. A partir de este jueves 12 de junio, eso es lo que ocurrirá en 12 estadios brasileños, durante 4 semanas, lo que provocará un delirio casi global, y una puesta en escena de la cultura, la pasión y la ilusión de 32 países.

Por encima de ese pecado original, algo inocente, el fútbol actual ha superpuesto otros pecados menos veniales: el tráfico de influencias, la componenda política, el marketeo delirante y hasta algo parecido a la trata de personas. Pero aun así el Mundial sigue siendo un espejo del mundo contemporáneo, una cancha en la cual se juegan imágenes, prestigios, poderes.

Que Brasil, una potencia más que emergente, acoja ahora a la Copa es plenamente simbólico. Su papel de anfitrión forma parte de una estrategia de posicionamiento mundial, que tendrá otro hito en los Juegos Olímpicos ‘Río de Janeiro 2016’. El deporte, una vez más, impulsa a la política, exterior e interior, con una pelota o con la energía de algunos gobernantes.

A la vez, las continuas protestas sociales que se suscitan estos días hablan de cómo la gente –la ´torcida’ brasileña en este caso– puede perder la cabeza por un balón sin perder la conciencia. Si bien Dimitrejevic tiene razón, en cuanto a la regresión temporal que sufrimos al jugar o ver un partido, también parece ser cierto que el juego de la vida tiene límites.

“No es contra la selección”, decía el cartel de uno de los manifestantes en esta previa tan agitada como un tiempo suplementario. Bajo ese grito, algo futbolero, se respira el aire de una sociedad que, justamente por asomarse a un momento de madurez, sale a decir que, junto con los goles, quiere salud, educación. Que el partido no tiene por qué ser injusto.

Por eso, la riada de movilizaciones brasileñas no tiene que ser, necesariamente, una mala noticia. Siempre y cuando no haya violencia deportiva, o extradeportiva, el Mundial próximo se perfila como el primero en que, además de exhibir adelantos ecológicos y tecnológicos, mostrará, en la cancha global, un esfuerzo por poner los pases sociales en su sitio.

Publicado en 'Meditamundo' de La República el 10/6/14


Escrito por

Ramiro Escobar

Periodista. Especializado en temas internacionales y ambientales.


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Meditamundo

Un blog de Ramiro Escobar