Perú y Chile: los mutuos fantasmas
Las percepciones de los chilenos sobre los peruanos, y viceversa, han caminado y caminan entre la cautela y la posibilidad, entre la serenidad y la agitación. A partir del lunes 27 podríamos entrar en un nuevo ciclo.
No nos llevamos tan mal como parece. Difícil sí, a pesar de todas las distancias, hay más de 157,668 peruanos en Chile, de acuerdo con cifras del Ministerio del Interior de Chile, resaltadas hace unos días por el diario La Tercera. La mayor colonia extranjera en ese país, dedicada a mil oficios, la mayoría de la cual ha decidido quedarse contra toda circunstancia.
Con todo, una serie de imágenes y fantasmas flotan aún entre nuestras dos sociedades, bajo un eje que parece girar en torno a una vetusta desconfianza, social y política, que ha tenido épocas de mayor intensidad y tiempos de distensión. En vísperas de la sentencia que dictará la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el avispero luce agitado, pero algo se mueve.
Imágenes que vuelan
Una encuesta hecha por la Fundación Imagen de Chile, entre enero y marzo del 2012, en una muestra de peruanos, explora lo que pensaríamos de los vecinos sureños. Según esta, dos rubros con los cuales los asociamos, “espontáneamente”, son “conflictivos” (11%) y “la Guerra del Pacífico” (10%). También con tener un “país económicamente estable” (10%). Juan Pablo Toro, un periodista chileno que comenta la encuesta, en un ensayo escrito para la Fundación Konrad Adenauer, observa que no ocurre lo mismo cuando se nos pregunta por Brasil, país al que vinculamos inmediatamente con los “carnavales” (34%), o por Argentina, a la que identificamos con los “deportes” (30%).
La situación tiende a complicarse cuando la encuesta apunta a los “valores sociales” con los que asociamos a los habitantes de los países vecinos. En un rango de 0 a 100, el mayor rating que le damos a los chilenos se ubica en “agresivos” (poco más de 50) y “fríos” (alrededor de 40). El valor “confiables” aparece muy por debajo en la escala. A pesar de toda esta deriva ‘negativa’, la misma encuesta encuentra que los peruanos pensamos que las relaciones con los chilenos mejorarán. El 31% que, en el momento de la encuesta, piensa que las relaciones son “malas”, baja a 19% cuando se le pregunta qué pasará en 5 años. Y el 18% que cree que son “buenas” sube a un 32% en ese horizonte próximo.
Lo que somos y creemos
Tan o más interesante es lo que ocurre cuando se pulsea, en ambos países, la imagen que tienen de sí mismos. En junio del 2010, el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IOP-PUCP) y el Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales de Chile (ICSO) emprendieron una labor conjunta. Procuraron explorar, en ambas ciudadanías, las percepciones que tienen “sobre la situación de sus respectivas naciones”.
En el estudio aparecen tendencias que pueden explicarnos cómo es que, no obstante nuestra relación turbada con Chile, abrigamos cierta admiración por este país. O al menos reconocemos su importancia regional.
Ante la pregunta acerca de cuál ha sido el país de Latinoamérica “más influyente en la región”, los peruanos consideramos a Brasil como el primero (27%) y a Chile como el segundo (20.7%). Los chilenos consideran a su propio país como el que más influye (31.4%), por encima de Brasil, y como “muy importante” a nivel internacional (42.33%).
Si se nos hace el test de importancia a nosotros, apenas 28.9% sostiene que somos “muy importantes” (el termómetro sube a 41.6% cuando se pregunta si somos “algo importantes”). Sobre esta encuesta, el profesor de la PUCP Farid Kahhat comenta que esto se debería al “efecto demostración del modelo político y económico que encarna Chile”.
Más importante, menos importante. Las cifras anteriores sugieren que hay un constante mirar al país de al lado. Que en la vida cotidiana a veces se traduce en la socorrida frase –usada para comparar las policías, los equipos de fútbol, el funcionamiento del Estado incluso– “en Chile, en cambio…”. Una inconsciente interdependencia nos liga.
La sustancia y la historia
La manera cómo nos miramos también está cruzada por factores históricos, difíciles de medir, que dibujan un panorama que, acaso para sorpresa de muchos, no está solo sembrados de desgracias. Comenzando porque Bernardo O’Higgins, el Libertador de Chile, participó en la Expedición Libertadora al Perú y murió en Lima en 1842.
Su casa está en la cuadra 5 del Jirón de la Unión y su monumento en la avenida Javier Prado Oeste, frente a los cuales seguramente pasamos sin la menor conciencia de un viejo vínculo luego oscurecido por la sangrienta Guerra del Pacífico (1879-1883). Una encuesta que preguntara por O’Higgins en el Perú probablemente encontraría un vacío.
Más tarde, vino la Guerra con España (1865-1871), en la cual Chile y Perú actuaron de manera conjunta. El historiador Daniel Parodi, en un ensayo escrito sobre el tema, observa, recordando a Basadre, un factor que hasta hoy tiene un peso no suficientemente considerado: la importancia de la opinión pública frente a las directivas de los gobiernos.
En ese momento, las autoridades chilenas no le otorgaron importancia a la ocupación de las islas de Chincha, uno de los detonantes de la guerra, pero la ciudadanía chilena sí se volcó a favor. Incluso en los años posteriores al desastre de la guerra, a comienzos del siglo XX, ese talante se mantuvo en episodios aislados, pero que conviene recordar.
El intelectual chileno Sergio Miranda recuerda la figura del presidente Guillermo Billinghurst, quien gobernó nuestro país de 1912 y 1914. Nació en Arica en 1851 y murió en Iquique en 1915, donde fue enterrado junto a su madre, hasta que al año siguiente sus restos fueron trasladados al Perú. Fue muy querido en Tarapacá, tierra que conocía de cerca.
El presente expectante
Junto a esos guiños y otros –el exilio de líderes apristas en Chile, o el refugio de exiliados chilenos en Lima, luego del golpe contra Allende en 1973– surgieron mentalidades que distancian. Como aquel afán ‘civilizador’ de Chile sobre las naciones vecinas, tan bien descrito por la historiadora Carmen McEvoy en sus sucesivos libros.
En ese magma de percepciones nos movemos, a veces acentuando el resentimiento o dulcificando el pasado. En nuestro caso, la cocina es una deliciosa reivindicación (264 restaurantes peruanos en Chile), y en el caso chileno, sacar pecho por sus inversiones. Pero algo más habrá que cocinar a partir del 27 para que, finalmente, entremos a otra parte del menú.
Publicado en 'Meditamundo' de La República el 25/1/13